El aula-mente-social
como Constructo didáctico complejo
La neta cognición
bajos con el enfoque de la complejidad
“Con la civilización hemos pasado del problema del hombre de la caverna
al problema de la caverna del hombre”
Edgar Morin
Resumen
Partiendo del
concepto metacognición, proceso cognitivo mental en la cual los sujetos toman
conciencia de lo que aprende. Incorporar los principios de paradigma de la
complejidad en los procesos de aprendizaje enseñanza, resulta la metacomplejidad. Existe en el sujeto un espacio intersubjetivo
complejo donde la incertidumbre y la sensibilidad cognitiva interactúan para
que el sujeto aprenda, llamado aula-mente-social. Los seres humanos aprenden y
reaprenden en cualquier espacio y tiempo.
La investigación es
un proceso central en generación de conocimiento, imposible de verla solo desde
la isla de la disciplina. Debe haber una coordinación entre la disciplina, de
tal manera que se investigue bajo el enfoque trasdiciplinar.
Palabras clave: metacognición, complejidad, metacomplejidad, intersubjetivo.
1- Metacomplejidad educativa
“La
palabra metacomplejidad no tiene tras de sí una herencia noble, ya sea
filosófica, científica, o epistemológica, por el contrario sufre una pesada
tara semántica, porque lleva en su seno confusión, incertidumbre, desorden y
toma de conciencia de su realidad (Fernández, 2006). Su definición primera no
puede aportar ninguna claridad: es metacomplejo aquello que no puede resumirse
en una palabra maestra, en una síntesis, aquello que no puede retrotraerse a
una ley, aquello que no puede reducirse una idea simple o mecanicista. Dicho de
otro modo, lo complejo no puede resumirse en el término complejidad” (Morín,
2005:9), ni en la simple metacognición reduccionista.
Visualizar
la meta complejidad como característica de una acción pedagógica nos obliga a
repensar las formas de enseñar y aprender desde la metacognición, es decir
desde la coexistencia de lo opuesto, la incorporación del azar, la
incertidumbre y la toma de conciencia de lo que conoces o aprendes en la toma
de conciencia. Es un hecho que la ciencia nació con el hombre mismo, desde un
principio ha tratado de entender su alrededor, ¿preguntarse por qué? y
encontrar respuestas, ya sea a través de ensayo y error, es decir la
experiencia de lo vivido, sistematizar maneras de hacer las cosas, es decir
crear métodos o bien darle rigurosidad a lo mismo con la finalidad de denotarle
el carácter “científico”, al entrar en ese mundo, creo teorías y leyes las
mismas que ha creído como constantes, inmutables, objetivas y universales.
Actualmente el sabe que eso es prehistoria, al investigar el mundo social,
subjetivo, se ha dado cuenta que el mundo no es tan constante y universal sino
todo lo contrario es incierto, relativo y un problema es una respuesta y la
misma es otro problema. Es un hecho que los seres humanos somos complejos,
“hiper-complejos” y más aún metacomplejos, donde aparece la incertidumbre, la
angustia y el desorden como parte de su ser y existencia (Morín, 2005:3). Pero
que sucede cuando el sujeto toma las dos formas de ver el mundo; por un lado
aquella situación compleja, y además toma conciencia de lo que el piensa,
aprende o conoce, este proceso como tal favorece que el sujeto se apropie de la
naturaleza en una cosmovisión metacompleja, es decir un pensamiento
metacomplejo que caracterizamos como aquella forma de ver el mundo donde el
observador toma conciencia de la realidad compleja. Si pretendemos mejorar
nuestro aprendizaje o nuestra enseñanza es necesario ser conscientes de lo que
se está realizando; en otras palabras, es importante darse cuenta, cómo se está
aprendiendo, cómo se podría aprender mejor, qué dificultades tiene, cuáles
podrían ser las razones de esas dificultades de aprendizaje. En estas
condiciones, el estudiante podría mejorar su aprendizaje y el docente podría
ayudar a mejorar su enseñanza (González, 2008) "El manejo y el control del
propio conocimiento y de la propia manera de conocer pueden contribuir a
mejorar las maneras de cómo afrontar el mundo, tales como: anticipar,
reflexionar, enseñar, aplicar lo conocido, hacerse y hacer preguntas, comprender,
expresarse, comunicar, discriminar, resolver problemas, discutir, argumentar,
confrontar los propios puntos de vista con los de otros, desarrollar el poder
de discernimiento, etc." (Woods, 1997:87)
Bajo
esta visión podemos plantearnos el trabajo en términos educativos, donde el
tiempo y el espacio para la construcción de conocimientos no es limitante,
donde el desarrollo curricular es producto de lo que cada sujeto o educando
plantea siguiendo la línea de trabajo o lo que quiere investigar. La Metacomplejidad
puede poner en crisis la capacidad de orientación y respuesta a los diferentes
problemas que emergen de esta situación relativa; originando en los individuos
y grupos sociales, en general, una crisis “espacio-temporal” y en particular,
un quiebre en el acto pedagógico, al cuestionar la identidad y el rol de
quienes “enseñan” y de quienes “aprenden” (Rosas, 2004:22). Es así, que podemos
plantear una nueva visión del trabajo didáctico dentro y fuera del aula
universitaria, en relación al impacto de los eventos contemporáneos y de otros,
que están ligados a nuestra realidad próxima, el docente, estudiante, objeto y
la relación entre ellos incorporan en sí mismos las propiedades de la
complejidad (Tejer, trenzar, mallar ensamblar, enlazar, articular, vincular,
unir el principio con el final, incorporar el azar y la incertidumbre, y la
autoorganización) dando paso así a una serie de flujos que concentran estas
características en las formas de aprender, conocer, recordar y estructurar la
información. Es en este momento donde la metacognición como herramienta interna
del sujeto que aprende dialoga internamente con su “yo-interno”; toma
conciencia de la visión metacompleja (pensamiento complejo-metacognición) de lo
que investiga. 2. Aula-mente-social Los elementos que la construye Fuente:
González, 2009 Fig. 1. El aula-mente-social espacio intersubjetivo metacomplejo
Libertad Yo metacognitivo Incertidumbre Aula-Mente-Social Metacognición Previo
o no del conocimiento Complejidad Natural Complejidad Social Investigación
transdiciplinar Ser humano Contexto complejo Complejidad científica y
tecnológica Sensibilidad cognitiva
El
concepto de aula contempla asimismo un proceso metacomplejo mas allá de la
metacognición que rompe el espacio, la dimensión y el tiempo como elementos
limitantes en la estructuración de ideas para la construcción de un
conocimiento, es decir, hablamos de un aula-mente-social que nos lleva a
analizar la capacidad de aprender, enseñar y generar conocimiento de todos los
que participamos en la educación. Es necesario reflexionar sobre la importancia
de la labor docente y estudiantil como agente de cambio, básicamente en
actitud, en favor de los estudiantes, en saber orientar a sus necesidades para
que ellos mismos con todas sus capacidades creativas (Garner, 1998:45),
innovadoras, investigativas, sociales, filosóficas e inspirativas generen sus
propias ideas, se vuelvan metacomplejos de su realidad y de su contexto,
aprendan a actuar con conciencia y reconocer sobre lo que están aprendiendo en
su interacción con el docente, el aula y su entorno social (Osicka, 2004:12)
Esto significa más que una simple conversación, es capacidad de descubrir su
propio ser (Bourdieu, 2001:13), su yo metacomplejo que quiere respuestas y no
simple reproducción del conocimiento; donde nadie tiene el conocimiento tan
solo verdades relativas. Al intentar aproximarnos al trabajo en aula basado en
el proceso del diálogo como elemento central del desarrollo mental e
investigativo de los estudiantes, se hace necesario reflexionar sobre: ¿Cómo
los estudiantes construyen conocimiento en el aula? ¿Qué papel juega el diálogo
en los procesos de interacción dentro del aula? ¿Qué es un problema de la
realidad? ¿Cómo usar el proceso de la investigación como una herramienta que
solucione problemas de la realidad, de ese espacio microsocial que llamamos
aula? ¿Qué sucede cuando los estudiantes a partir del dialogo defienden sus
propias teorías? ¿Cómo los docentes orientan a través del dialogo a sus
estudiantes la generación de nuevo conocimiento? Para dar respuestas a estas
interrogantes partiremos mencionando que el aula es un espacio de encuentro de
actores, donde se establecen relaciones de comunicación, que implican momentos
de negociación; apropiación de ideas y engranaje de reflexiones sociales,
políticas y pedagógicas que la investigación como estrategia de aula permite
debatir ideas y construir un proceso de autoformación permanente (Carrillo,
1999:67). En este sentido, la implementación de estrategias dialógicas
reflexivas que tengan relación directa con la lógica de la profesión y el uso
de complejidad mental y formas especiales de analizar la realidad favorecerán
que los estudiantes en formación, reflexionen ya en su práctica profesional
sobre la importancia del diálogo y la comunicación en la generación de nuevas
ideas. Uno de los elementos para ello será la aplicación del diálogo interno
(metacomplejo) que permita un discurso reflexivo sobre el proceso de
apropiación intersubjetiva de la realidad o naturaleza del dialogo (Arfuch, 2004:87)
más allá del análisis de actores como herramienta de construcción del
conocimiento en el proceso de investigación en el aula. Pero, ¿Cómo tomar
conciencia de la realidad del aula como espacio microsocial en la construcción
del conocimiento? ¿Qué entendemos por aula-mente-social? ¿Cuál es el papel del
discurso como estrategia generadora de interrogantes, análisis, argumentos para
la generación de problemas que nos lleve a una investigación de aula? ¿Qué es
el diálogo interno como estrategia para pensar en varios niveles, en diferentes
dimensiones y tiempos, en elementos de relaciones de complejidad y
multicomplejidad? Pero, ¿Qué entendemos por diálogo? Si partimos de un dialogo
interno metacomplejo, donde los actores docente o estudiante, reflexionan sobre
si mismos
basado
en una realidad intersubjetiva; el diálogo en un contexto más amplio se
conceptualiza como un proceso comunicativo entre emisor y receptor donde se
intercambia información o experiencias (Habermas, 1981:67). En este sentido, y
al haber abordado ya una aproximación al concepto de diálogo, un elemento
central para la construcción del mismo entre actores, es el manejo de
conocimientos previos por parte del estudiante, donde su dinámica creativa e
innovadora y la articulación de sus pensamientos complejos permitirá que
mediante el “seguir la huella o indagar” es decir, investigar; logren obtener y
defender sus propias teorías del conocimiento. El concepto de aula contempla
una ruptura al modelo tradicional, entendida esta como un proceso metacomplejo
que rompe la necesidad de un espacio, una dimensión y un tiempo como elementos
limitantes en la estructuración de ideas, para la construcción de un
conocimiento (aproximación a una verdad relativa), es decir, hablamos de un
“aula-mente-social” que nos lleva a analizar la capacidad de aprender, enseñar
y generar conocimiento de todos los actores educativos en un proceso en
metaespiral de representaciones cognitivas de lo que se quiere aprender (Flick,
2004:11). La aproximación a un dialogo interno-externo y un aula mente social
como mediadores en la construcción del conocimiento por parte de los seres
humanos, independientemente de la formación de “escuela”. A partir de estas
ideas y de valorar la importancia del diálogo en la construcción del conocimiento
el contexto actual del quehacer del aula en nuestros tiempos de postmodernidad,
donde para muchos ya casi todo esta escrito, solo hay que entender la
multicomplejidad del mundo (Morin, 2000:67), cabe reflexionar como se aplica la
investigación en el aula, en ese ambiente donde se internaliza y se externaliza
el diálogo y se construyen saberes (González, 2006:5). Partiendo de que el
seguir la huella o pesquisa de un problema en el aula, a través de un Proceso
Aprendizaje-Enseñanza (PAE) que permita la construcción de soluciones
(aproximaciones a la verdad) contextuales a partir del diálogo entre sus
actores, es un reto de la labor docente-estudiantil (Candela, 1999:16). La
tendencia epistemológica, ontológica y más aún histórico-social actual de hacer
valer enfoques cientificistas o positivistas; en el que el docente repite y
transmite las teorías ya establecidas obstaculiza dicho proceso, fragmentándolo
y haciéndolo solo prueba y error a través de modelos experimentales
reduccionistas (Oscika, 2004:19); el estudiante que cree haber aprendido en
base a memoria a corto plazo conceptos o ideas, donde no incorpora los
elementos básicos de un diálogo interno o externo que lo lleve a una
apropiación de ideas, ni mucho menos a un aprendizaje significativo. Por ello,
es necesario establecer cambios o estrategias educativas que lleven a los
educandos a generar sus propias ideas, conceptos y solucione problemas
contextuales de su objeto de la profesión o asignatura en particular, es decir
a un aprender para la vida y no para la escuela (González, 2005:9). La pregunta
es ¿cómo hacerlo?, para responder se ha hecho un barrido teórico sobre varios
autores desde Candela, (1999:12), Morin, (2005:13), Oscika, (2004:14) y
Navarro, (2004:15); los cuales nos lleva hacia un PAE orientado hacia la
reflexión, el diálogo como elemento central y la investigación compleja
transdiciplinar en el aula, que permita devenir sus propias ideas, que lleve al
estudiante ha ser capaz de establecer verdaderos procesos de indagación y de construcción
de conocimiento, es decir, evitar el “memorismo”, el “vomito” (Candela,
1999:11), de teorías que no es otra cosa que la reproducción del conocimiento
universitario y no la producción del mismo. Es necesario que las relaciones
pedagógicas entre actores, estén vinculados a procesos de comunicación críticos
y asertivos, tal y como menciona Habermass,
(1981:18),
los docentes y estudiantes deberán establecer verdaderas comunidades de
aprendizaje innovadoras que generen cuestionamientos e interrogantes sobre lo
que se nos enseña, lo que aprendemos y desaprendemos (González, 2007:5); para
estar en un constante cambio educativo que nos permita seguir investigando,
discursando, haciendo que un problema tal y como lo señala Campechano, (2002),
que su solución sea otro problema y que permita buscar relaciones cognitivas
para acercarnos con mayor competencia a la incertidumbre o discurso
metacomplejo del mundo en que vivimos, en este orden de ideas, para responder a
¿Que se enseña en el aula?, ¿qué y cómo aprender? pues si tratamos de buscar un
cambio de actitud del sujeto que estamos formando, es necesario aprender a
investigar y enseñar a investigar, ya que son elementos clave en el trabajo en
aula, por ejemplo ¿como hacer que un agricultor cultive, sino se le enseña como
hacerlo?, ¿como establecer estrategias innovadoras que le permitan solucionar
los problemas de su labor? Lo mismo sucede en el trabajo de aula, muchas veces
pedimos a los estudiantes que investiguen, sin embargo, el mismo docente nunca
lo ha hecho, no lo aplica y ni siquiera esta inmerso como parte del programa de
la asignatura (Hernández, 1999:13) Es importante mencionar la concepción de
aula, la labor docente en el aula y la actitud del estudiante para generar
interrogantes (Lage, 2004:11), a contrastar, construir, reconstruir y
reconstruir teorías (González, 2007:12), generar y solucionar problemas que
serán nuevamente otro problema, en función de lo que se aprende en el trabajo
colectivo del aula y la comunidad educativa y su relación con la sociedad, son
reflexiones que deben permitir hacer de los estudiantes investigadores y
agentes de cambio en espiral. Debemos acercarnos hacia la autoformación de los
estudiantes basada en la investigación (Villegas, 2005:18), una identificación
con lo que quiere investigar, una apropiación de sus ideas con cierto grado de
significado y valor educativo. Para facilitar el entendimiento se requiere el
manejo o no de teorías previas por parte de los estudiantes, la necesidad de
cuestionar y generar juicios de valor de lo que estamos aprendiendo en función
de una mentalidad crítica, tratando de cuestionarse a cada momento sobre lo que
leemos y nos interesa (Pomar, 2001:8), manteniendo esa eterna mentalidad del
niño de preguntarse ¿Por qué?, hace del estudiante un sujeto activo, reflexivo,
de pensamiento abierto y complejo; permitiendo que los espacios de encuentro
como lo es el aula, se amplíe hacia fuera de la universidad y lo llevemos a
nuestras actividades diarias, un aprender para la vida y no para la escuela,
haciendo valer que las instituciones de educación superior son grandes en la
medida en que se valora lo que son capaces de producir como conocimiento, donde
sus actores se hagan críticos de su realidad indagadores de su naturaleza y
sociedad como agentes de cambio y aprendizaje (Solé, 2000:7). Para hacer que lo
precedente se posibilite se requiere que la experiencia pedagógica se centre en
el estudiante como constructor de su conocimiento y que además el docente sea
un agente dialogizador, facilitador, mediador, investigador, es decir, un
sujeto en acción que nunca deja de ser un estudiante, de cuestionarse, de
aprender y saber más de su quehacer, en un aprender a aprender, aprender a
enseñar y un aprender a investigar y un aprender a desaprender. Un elemento
central para alcanzar esos sujetos activos, es la aplicación del dialogo
interno como generador de discurso y comunicación, cuando hablamos por ejemplo
de calidad educativa en el aula debería expresarse en la medida en que las
estrategias educativas sean capaces de que los estudiantes participen en la
co-construcción de sus ideas en base a su capacidad de dialogar con la
comunidad educativa teniendo en cuenta su contexto complejo (Villegas, 1998).
Por otra parte, es importante analizar que la reestructuración de ideas no sólo
se debe enfocar a los contenidos establecidos en el currículo, sino también es
necesario vincular el conocimiento cotidiano, la confrontación de ideas,
promover el discurso como elemento central (Candela, 1999:17). En este sentido,
se reconoce a las formas de comunicación y su vinculación con los hechos
sociales, ¿Cómo defender mis ideas ante los demás? ¿Cómo dialogar con el otro?
y llegar a una negociación de ideas. Otro aspecto rescatable, es el hecho de
buscar en los estudiantes y docentes que la generación de conocimiento e ideas
sean originales más que seguir modelos ya establecidos, las preguntas y las
respuestas deben ser menos, los argumentos sustentados deben aumentar nuestras
capacidades para reestructurar y construir ideas (Jonassen, 2000:9). En este
sentido, los roles docente/estudiantes trabajan en el microanálisis del
discurso relacionando interacciones discursivas entre docentes y estudiantes.
Pero, ¿Qué sucede con el contexto? Por ejemplo para Anderson, (1996:8) y Greeno,
(1998:5); la construcción situacional del conocimiento, en el que puede haber
dependiendo de las acciones pedagógicas diferentes representaciones
contextuales, donde el lenguaje nuevamente juega un papel crucial en atrapar lo
cognitivo y lo social, además de que el mismo es un medio muy importante para
desarrollar el pensamiento y su vinculación con la naturaleza, es decir con su
realidad (Valderrama, 2004:53). Tomando en consideración todos los aspectos
anteriormente señalados el trabajo en aula, debería partir de una premisa muy
interesante, el discurso complejo como herramienta en la construcción de los
conocimientos, si hablamos de romper esquemas o ideologías tradicionales o
puramente positivistas basadas en una sociología del conocimiento científico en
ambientes experimentales y no naturales dejando de lado a la acción o
actividad, la misma que debería estar inmersa de significados, argumentos,
explicaciones, juicios de verdad, error, y todos aquellos elementos que ayuden
al discurso a generar una re-estructuración cognitiva, por ello se cree que es
necesario romper esquemas paradigmáticos del pasado, del hoy y del mañana para
tratar de entender las relaciones metacomplejas del mundo en que vivimos
(Sánchez, 1995:117). La aplicación del trabajo en aula en función del análisis
del discurso para construir conocimiento, llama a la reflexión para dejar de
lado estereotipos educativos cerrados basadas en evaluaciones por exámenes con
contenidos rígidos, por procesos de confrontación de ideas, de diálogos significativos,
vinculando conocimientos en todos los niveles, es decir desde el más simple al
más complejo, pasando por capacidades comunicativas que lleven a su defensa en
situaciones de interacción social (Hernández, 1999:6). El trabajo in situ de
aula cuando hablamos de hacer investigación, debe incorporar un diálogo
interno(metacomplejo y lenguaje interno) y otro externo entre actores
(externo-lenguaje), como herramienta en la construcción de conocimientos
basadas en la investigación, en un aula mente intersubjetiva, que nos acerque
un poco al diálogo de nuestros tiempos, aquel que parte de que el aula permite
el relacionamiento de saberes, el entretejido de lo que entendemos a través de
un espacio y tiempo sin limite, a la dialogicidad del que investiga y el
conocimiento en su esencia, al sentido ecológico y cibernético del pensamiento
(Fernández, 2006:8). También al entendimiento de la naturaleza y al buscar que
los seres humanos dejemos de lado los prejuicios del conocimiento y entendamos
la complejidad y multicomplejidad del mundo, traducidas muchas veces por el
docente a una relación reduccionista del aula (Morín, 2005:4).
Al
reflexionar sobre los aspectos tratados en párrafos anteriores, nos damos
cuenta que es importante que los estudiantes aprendan a elaborar explicaciones
complejas, mas que a reproducir y memorizar lo ya existente; en ese contexto se
revalorice al docente como un agente de cambio que propicie el dialogo y el
discurso basado en la interacción entre actores que se apoyen en la investigación
dejando de lado el poder que hace ver al docente como un dios, entendamos por
el contrario la relación abierta de sujetos activos (González, 2007: 54) Es en
este sentido que se plantea como un punto de encuentro para la concretización
del dialogo para el proceso de cambio en el aula, el manejo de conocimientos
previos por parte del estudiante, la dinámica creativa, innovadora y la
articulación de sus pensamientos que permiten mediante el “seguir la huella o
indagar” es decir, investigar obtener y defender sus propias teorías del
conocimiento. El concepto de aula contempla asimismo un proceso metacomplejo
mas allá de la simple metacognición de representaciones categóricas que rompe
el espacio, la dimensión y el tiempo como elementos limitantes en la estructuración
de ideas para la construcción de un conocimiento, es decir, hablamos de un
aula-mente-social que cada sujeto posee y permite la capacidad de aprender y
desaprender y generar conocimiento en todo momento de nuestra vida (González,
2007: 55-56). La importancia de la labor docente y estudiantil como agente de
cambio, básicamente en actitud, en favor de los estudiantes, se centra en saber
orientar sus necesidades educativas para que ellos mismos con todas sus
capacidades creativas, innovadoras, investigativas, sociales, filosóficas e
inspirativas generen sus propias ideas, se vuelvan críticos de su realidad y de
su contexto, aprendan a actuar con conciencia y reconocer sobre lo que están
aprendiendo en su interacción con el docente, el aula y su entorno social. Esto
significa más que una simple conversación, es capacidad de descubrir su propio
ser (Bourdieu, 2001:11), su yo metacomplejo que quiere respuestas y no simple
reproducción del conocimiento. Recordando las palabras de Gardner, (1995:15), quien
indica: “Einstein, fue capaz de producir un avance, precisamente, porque no
acepto simplemente como algo dado los paradigmas y criterios de la Física de su
tiempo, insistió en volver a los primeros principios: en plantearse los
problemas más fundamentales y en buscar los axiomas explicativos más globales
y, sin embargo más simplicadores“ y creo metacomplejas; hagamos de la
investigación del aula una herramienta que busque acercarnos a la relatividad
de nuestra realidad multicompleja (González, 2007: 57) 3. El aula-mente social
y la investigación El trabajo en aula a partir del proceso
aprendizaje-enseñanza basado en la construcción de conocimiento utilizando como
herramienta a la investigación deberá contemplar una serie de elementos de
desprendimiento a los métodos convencionales de enseñanza y de aprendizaje. En
este sentido, Stenhouse, (1998:9), señala que postular una enseñanza basada en
la investigación, es un pedir a los que ejercemos docencia que compartamos con
nuestros estudiantes el proceso de nuestro aprendizaje del saber que no
poseemos; de este modo pueden obtener una perspectiva critica del aprendizaje
que consideramos nuestro. Tomando en consideración lo anteriormente señalado,
es posible afirmar que el conocimiento que enseñamos en la universidad debería
adquirirse a través de la investigación y este conocimiento no puede ser
enseñado de manera simple, hay que establecer estrategias educativas basadas en
la investigación, a las mismas que no solo se enfoquen al manejo netamente
objetivista sino también a la aventura de comprender complejamente lo que se
investiga.
Saber
investigar no es saber metodología, sobre todo si esta metodología reduce el
proceso de investigación a un proceso de búsqueda frío y lógico. Saber
investigar es, en principio, saber pensar profundamente sobre algo. Ausubel
afirma que “hay miles de personas inteligentes por cada una verdaderamente
creativa” (1976: 630). Pero hoy día existe una atmósfera académica que obliga a
todo el mundo a ser “investigador”; esta praxis se refleja en el lema:
“publicar o perecer”, que es incuestionable en algunos países. Esto ha
propiciado una auténtica explosión de publicaciones triviales con resultados
contradictorios, propiciados principalmente por el ejercicio de un método
escolarizado y de una lógica reconstruida, ajena a la naturaleza específica del
objeto o problema tratado. Son muchos los actores –Poincairé (1978:9), Oerter
(1975:11), Kaplan (1979:88), Beaudot (1980:98)- que nos hacen advertir que el
precio del entrenamiento es siempre una cierta “incapacidad entrenada” y que
cuanto más aprendemos cómo hacer algo de una manera determinada, más difícil
nos resulta aprender a hacerlo de otra o desaprender; debido a ello, la función
de la experiencia puede ser tanto un estímulo como un freno a la aproximación
de la creatividad. Un investigador es, antes que nada, un gran “pensador” en un
área específica del saber, una persona que no cree en varitas mágicas o trucos
para resolver problemas que utiliza métodos y técnicas pero que asimismo desconfía
de ellos, que se deja llevar por una teoría o varias, pero piensa que puede
también haber otra u otras. En consecuencia, el proceso creador implica una
“inteligencia especial”, una inteligencia que no sólo es privilegiada en su
dotación, sino que va unida a un conjunto de actitudes personales que le
impulsan a buscar nuevas vías, a pensar en forma divergente, independiente e
innovadora (Martínez, 1989:19). Investigar por otro lado como parte del proceso
de enseñanza-aprendizaje implica desprenderse de ese sentido de autoridad que
da como garantía el conocimiento, nadie tiene una verdad absoluta sino
compleja. El conocimiento enseñado es una sombra o imagen del conocimiento más
que el conocimiento tal como es captado por el investigador que lo crea o lo
descubre (Stenhouse, 1998:87). Investigar en el proceso de aprender y enseñar
implicará indagar continuamente sobre la planicie del conocimiento, inmersos en
la incertidumbre y la curiosidad, donde un elemento central será el poder
desplazar ese poder hacia el estudiante, el mismo que deberá tener el derecho a
especular de lo que aprende, a desarrollar un aprendizaje autónomo y crítico.
La incertidumbre del conocimiento basada en la investigación deberá ser un
haber valioso para un estudiante práctico (Stenhouse, 1998:88). La
investigación como parte del proceso del aprender y enseñar, no deberá quedar
lejano de la esencia de la formación, es decir del aprender para la vida y no
para la escuela, deberá tener una orientación práctica, contextual y que permita
la solución de problemas propios del objeto de la profesión, concluyendo que
ninguna investigación sin práctica y ninguna práctica sin investigación
(Stenhouse, 1998:89). El conocimiento no se adquiere, se lo construye a través
de la acción física o representada. Toda acción (movimiento – pensamiento –
sentimiento) responde a una necesidad. Toda necesidad es la manifestación de un
desequilibrio en el organismo – Las habilidades cognoscitivas se construyen a
través de la acción. (Morín, 2006:2) Los conocimientos adquiridos constituyen
el repertorio con que el sujeto maneja e interpreta el mundo, este repertorio
está en un perpetuo ajuste y equilibración. La acción-reflexión hace que los
acontecimientos se extrapolen, interpolen o se transformen, reestructurando
constantemente – Las habilidades cognoscitivas se reajustan y reestructuran
constantemente. Los procesos de construcción del conocimiento son permanentes
en el ser humano, pueden o no estar relacionados con alguna intervención
pedagógica, en ambos casos tienden a la descentralización, cada vez mayor del
propio punto de vista. Los amplificadores de los procesos de pensamiento son
los que determinan los alcances del conocimiento, estos amplificadores son
construcciones cognitivas que evolucionan a través de la historia (Morín,
2004:16)
No
existe un conocimiento acabado, finalizado, todo conocimiento esta inmerso en
el cambio, nunca se puede alcanzar la certeza absoluta, no existe la verdad
absoluta y permanente, el conocimiento siempre es transitorio-Las habilidades
cognoscitivas buscan la totalidad con la certeza de que nunca la podrán
alcanzar (Tobón, 2006:34) La ciencia ha explorado el microcosmos y el
macrocosmos: tenemos un buen sentido de la disposición de ese territorio. La
gran frontera sin explorar es la complejidad. Los sistemas complejos incluyen
al cuerpo y los órganos, especialmente al cerebro, las herramientas del saber y
del pensamiento. El razonamiento científico, está en crisis, no porque sea
falso, sino por que es insuficiente para enfrentar la magnitud y complejidad de
los problemas que hoy presenta la realidad. La redimensión de las habilidades
cognoscitivas, está anclada en la incorporación de indicadores de los nuevos
modos de conocer: amplio, abierto, flexible, interactivo y sobre todo
adaptativo, características que deberían identificar y describir las
operaciones mentales con las que se caracteriza las habilidades cognoscitivas
(Morín, 2004:45; Harbin, 2007:79-108) ¿Como generar aprendizajes a través de la
investigación donde se construya conocimiento?. Para ello se plantea que dicha
construcción cognitiva puede darse fuera de los contextos tradicionales de
enseñanza, es decir, aquel que por lo menos en el sistema universitario
boliviano se maneja: un docente que domine la materia (módulo u asignatura) o
por lo menos pueda manejar una retórica del mismo, cumpla los procesos
administrativos-académicos establecidos por la institución y logre manejar un
aula de clases con alumnos sentados en pupitres, una pizarra y marcadores para
que el docente escriba lo que considere pertinente cognitivamente, y en algunos
casos la aplicación de medios tecnológicos para el desarrollo de una clase; que
permita un avance curricular establecido a partir de un diseño curricular de la
carrera aprobado por un consejo universitario. El recinto de aula, es un
prototipo de espacio manejado desde el sistema lancasteriano del pasado siglo
(González, 2006:5) El binomio que acompaña al aula, es decir docente-alumno
aplica de manera clara y contundente sistemas didácticos orientados a la
reproducción cognitiva de lo ya establecido en textos en muchos casos poco
actualizados en contenido, tiempo y aplicación contextual, tratando de adecuar
o modelar la reproducción cognitiva sin construcción propia, debate o por lo
menos crítica a lo expresado por otros autores, en este sentido el docente es
solo un interprete enmascarado por la retórica, apoyado en lo que a leído y lo
que su experiencia le otorga a partir de su vivencia laboral o simple
titulación universitaria con pensamiento unidireccional, reduccionista y
mecanicista, tratando de darle respuestas objetivas a todo lo que le signifique
un problema. Tomando en consideración lo anteriormente señalado, cabe
preguntarse ¿el sistema actual de enseñar y aprender, será el suficiente en un
ambiente universitario para la generación de nuevo conocimiento? ¿Los que
participamos de la universidad estudiantes y docentes, nos debemos de conformar
con solo reproducir lo que otros construyen en diferentes contextos educativos?
¿Cómo podemos hacer para que los estudiantes construyan su propio conocimiento,
y estos a su vez se eleven a teorías cognitivas con respaldo científico? Son
interrogantes que el concepto de “aula-mente-social” pretende solucionar a
través de el espacio intersubjetivo mental en el cual los seres humanos
construyen conocimiento independientemente del cumplimiento académico
universitario de aula física y binomio docente-estudiante, es el proceso en el
cual el estudiante utiliza su propio lenguaje constructivo, trabaja a través de
un diálogo interno (con su yo-interno y con otros autores), no existe limite de
tiempo y espacio en el proceso constructivo y trabaja a través de la
metacognición como elemento para tomar conciencia de lo que el quiere conocer a
través de un pensamiento complejo; basado en un inicio en una motivación basada
en la incertidumbre, la duda y la necesidad de indagar tomando la naturaleza
como no absoluta sino relativa, especulativa, en donde a todo momento aprende y
desaprende. (González, 2006:6) Este modelo de “aula-mente-social” introduce
varios elementos del “estado de flujo” o “experiencia de flujo” que Mihaly
Csikszentmihalyi (1998), en su texto Flujo: la Psicologia de las Experiencias
Óptimas describe como una experiencia que motiva intrínsecamente y que pueden
darse en cualquier campo de actividad, los individuos se encuentran
completamente dedicados al objeto de su atención y absorbidos por él. En cierto
sentido, los que están “en flujo” no son conscientes de la experiencia en ese
momento; sin embargo, cuando reflexionan, sienten que han estado plenamente
vivos, totalmente realizados y envueltos en una “experiencia cumbre”. Los
individuos que habitualmente se dedican a actividades creativas dicen a menudo
que buscan tales estados; la expectativa de esos “períodos de flujo” puede ser
tan intensa que los individuos emplearán práctica y esfuerzo considerables e
incluso soportarán dolor físico o psicológico, para obtenerlos. Puede ser que
haya escritores entregados que digan odiar el tiempo que pasan encadenados a
sus mesas de trabajo, pero la idea de no tener la oportunidad de alcanzar
períodos ocasionales de flujo mientras escriben les resulta desoladora
(Gardner, 1998:5). Este complejo sistema intersubjetivo llamado
“aula-mente-social” no es limitativo, puede aplicarse a cualquier disciplina,
es autodidacta, autosuficiente, inspirativa con un fuerte valor de sensibilidad
cognitiva, arraigado en lo que el cognoscente, investigador o creador quiere
descubrir, crear o reconstruir. El “aula-mente-social” como elemento central de
construcción cognitiva deberá entramar un proceso investigativo orientado hacia
la metacognición y el pensamiento complejo, el mismo que llevará a la
construcción cognitiva metacompleja (González, 2006:8) y una investigación
transdiciplinar (Nicolescu, 2002). El bucle educativo Tomando en consideración
este proceso metacomplejo de la educación y la visión de aula-mente-social como
un elemento central de una nueva visión didáctica de la educación, que rompe
los modelos tradicionales de enseñanza y aprendizaje. Incorporo un nuevo
elemento, el “bucle educativo” es decir el elemento de ida y vuelta o viceversa
de cualquier proceso de aprendizaje y enseñanza. Hay procesos de cambio
educativo variable que lleva al estudiante a aprender, desaprender y reaprender
un conocimiento. El aula-mente –social es en si misma un bucle, que en metacomplejidad
educativa permite el planteamiento de modelos de planificaciones de aula
metacomplejas, espiral, icónicas, circulares, doble icono, y otras más. Más
allá del modelo simple o reduccionista de llevar una clase convencional. Otras
formas de bucle educativo lo representa la metacognición, la sensibilidad
cognitiva, el curriculo, la didáctica compleja, la investigación
transdiciplinar, y otros más que forman parte del proceso educativo. Bucle
educativo es todo aquello que ahora esta y en otro momento cambia de manera
simple o compleja, que por su naturaleza dialógica en tiempo y espacio no
existe límite (González, 2009).
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